Si se analiza lo ocurrido desde la recuperación democrática a la fecha, se advertirá que el manejo de la información en el Chaco siempre estuvo contaminado por presiones originadas, principalmente, en el manejo de la pauta publicitaria estatal por parte de los gobiernos de turno. La ecuación aplicada se puede resumir, en general, de la siguiente manera: hay apoyo para quienes no cuestionan al oficialismo; no lo hay para quienes osen criticarlo.
Más allá de que la consigna es añeja, no hay demasiadas dudas acerca de que esa fórmula adquirió una intensidad asfixiante con la llegada de Angel Rozas al poder. La clara incapacidad de los jefes de la Alianza para admitir la pluralidad, siquiera para tolerar la existencia de otros pensamientos, se tradujo en un cercenamiento inédito de la libertad de expresión, sólo superado por el de períodos bajo gobiernos militares.
Si algo aprendieron los periodistas chaqueños en esa docena de años, eso fue el miedo. Se dio el extraño espectáculo de funcionarios rodeados por una maraña de cronistas que no preguntaban nada. No era casual: por preguntar, más de uno perdió el trabajo o quedó “congelado” en su medio empleador.
El nivel de vigilancia sobre lo que se escribía o se decía tampoco tuvo antecedentes. El invisible y obeso Gran Hermano de la gestión rozista se hacía notar cuando algún esbozo de cuestionamiento al poder sonaba en el aire. El telefonazo desde la Casa de Gobierno advirtiendo o pidiendo cabezas en bandeja no se demoraba.
El otro lado
Y así como entre los periodistas honestos el miedo o la desventura marcaron este tiempo reciente, se expandió como nunca la generosa fauna chaqueña de la obsecuencia sin límites. Ni siquiera hace falta dar sus nombres. Son ampliamente conocidos, y hasta son objeto de análisis en escuelas y facultades de periodistas. No es para menos, ya que han inventado una criatura que ni el mismo Orwell llegó a imaginar: el periodismo sin hechos.
Para entender esto, conviene sintetizar algunos preceptos del mundo de la información.
Casi todos los autores coinciden en que el de investigación es el periodismo que más derecho tiene a ser llamado tal. Esto es así porque es el más profundo, el que más explora lo que hay detrás de los hechos, o en la raíz de ellos, y el que mejor permite identificar responsabilidades. Expresa aquello que bien definió Verbitsky: “El periodismo siempre molesta; lo demás es propaganda”.
El periodismo de investigación, en ese sentido, va más lejos que otras fases o tipos de periodismo. El más básico de todos es el periodismo meramente informativo, que incluye al periodismo de declaraciones. Consiste en limitarse a reproducir datos provistos por una fuente informativa, generalmente oficial o institucional, o en reproducir expresiones textuales de figuras públicas.
Un peldaño más arriba está el periodismo de denuncia, que transmite acusaciones o reclamos. Implica algo más de compromiso que en el caso anterior.
También hay otras vertientes, como los informes periodísticos, que buscan interpretar o describir determinados temas, situaciones o fenómenos culturales. Para algunos, éste es, en tiempos de posmodernidad, un andarivel más útil que todos los demás, porque en esta era de desconciertos sirve más el retrato de la instancia humana que saber si alguien se quedó con media licitación de una obra pública.
Pero más allá del vaivén de opiniones, en todas esas variantes siempre hubo y habrá un mismo origen de la actividad periodística, y son los hechos. Para que exista una noticia, un informe, un trabajo de investigación, el periodista necesita siempre de un hecho como punto de partida.
Ahora bien, la mirada sobre el hecho también tiene discusión propia.
El gran invento chaqueño
El debate más viejo es objetividad versus subjetividad. La objetividad fue por mucho tiempo la gran meta del periodista. Se suponía que el hombre de prensa podía abstraerse de sus propias convicciones, de su forma de pensar, de sus experiencias, y contar los hechos “tal cual son”, sin ninguna impronta personal.
La subjetividad, desde ese punto de vista, parecía un vicio que había que extirpar. Con el tiempo se vio que la objetividad es imposible, y que la subjetividad es inevitable, pero que además hasta es deseable, siempre y cuando incluya honestidad, intelectual y de la otra.
Es decir que en el periodismo siempre estuvo en debate de qué forma abordar los hechos, hasta dónde, con qué perspectiva, con qué métodos, con qué fines.
Sin embargo, en el Chaco, en los últimos años, se planteó para la actividad periodística una vuelta de tuerca que muy pocos podían imaginar, y que es el resultado de una política comunicacional que de manera concreta y deliberada buscó y logró instaurar una forma inédita de periodismo, que es el “periodismo sin hechos”.
En esta fase, el mandato gubernamental a los medios ya no consistió en atenuar el tratamiento de los hechos noticiables que podían afectar a la imagen de la gestión radical, sino que lo que se planteó fue directamente establecer la inexistencia de esos hechos. Ni siquiera la negación: la total inexistencia.
Un ejemplo muy notable fue el caso Pibernus. Cuando el escándalo por las donaciones truchas ya era inocultable, sólo dos o tres medios –entre los cientos que existen en la provincia- se animaban a reproducir parte de las denuncias relacionadas con la historia. El primer informe a fondo sobre el caso fue de un canal de cable en Buenos Aires, y fue presentado por Roman Lejtman. Aquí, mientras, se hablaba de lo esplendorosa que se había puesto la Isla del Cerrito y de que el cruce sanmartiniano de la Cordillera de Los Andes era una prenda de alumnos de primaria al lado de la Cabalgata de la Fe.
En 2007, la marcha indígena desde distintos puntos de la provincia hacia la Casa de Gobierno, fue transmitida en directo por canales de Buenos Aires, pero no por siquiera uno de los canales abiertos o cerrados del Chaco, que en cambio sí demostraron una gran capacidad técnica para transmitir en vivo las lecturas de cronogramas salariales o los actos-aniversario de Convergencia Social.
Antes de las elecciones pasadas, muy pocos, poquísimos medios, se animaron a publicar la denuncia penal contra Angel Rozas por presunto enriquecimiento ilícito, aunque había sido formalizada en un tribunal.
Durante meses, canales y diarios de toda la Argentina y del exterior difundieron ampliamente informes sobre la vergonzosa marginación de las comunidades aborígenes en el interior, con un detalle que nunca vimos en nuestra prensa local.
Durante el gobierno de Rozas, una investigación del periodista José Luis Zampa para La Voz del Chaco sobre la compra de un semipiso en un edificio céntrico por parte del gobernador se anunció en la tapa, como título principal, pero dentro del periódico la nota anunciada no estaba. Había sido levantada a última hora. No hay otro caso como ése en la prensa gráfica mundial. Lo que son las casualidades: el diario, a partir de allí, tuvo una pauta publicitaria oficial de la que hasta ese momento carecía.
Es decir, aquí no hubo sutilezas. No se trataba de acomodar más o menos la forma de presentar los hechos, sino que la norma fue negarlos. Así como tampoco se trataba de discutir ideas con los adversarios políticos, sino de borrarlos y en lo posible destruirlos. Tampoco se trataba de armar la mejor ingeniería jurídica para hacer frente a las causas judiciales en contra de los intereses del oficialismo, sino que la estrategia consistía en neutralizar a los jueces que las tramitaban y ocupar las vacantes con amigos.
Como en aquel cuento infantil, había que decir que el Rey llevaba un vestido maravilloso, aunque marchase desnudo. Había que decir que las gestiones gubernamentales eran exitosas y brillantes, aunque todos los indicadores sociales y económicos dijeran lo contrario. El mandato era simple: había que derogar la realidad, y reemplazarla por la cartelería oficial.
El sol y las manos
Esta estrategia, sin embargo, tenía un insalvable talón de Aquiles. Es que los hechos se pueden negar, pueden borrarse de los medios, pero no por ello dejan de existir. Y la anestesia sobre amplias franjas de la sociedad no podía tener un efecto permanente. Tarde o temprano, la realidad, como quiera que se la interprete, aparece y dice presente. Entonces, caen todos los castillos de arena y los mundos fabricados a fuerza de sobornos.
El estrepitoso choque del avión rozista contra el duro suelo de esa realidad debe ser bien apuntado por la gestión actual. El reparto discrecional –y escondido a los ojos ciudadanos- de la millonaria bolsa de la publicidad estatal no tiene ningún rasgo republicano. Debiera ser democrático y transparente.
La derrota de septiembre de 2007 no fue sólo de Rozas y los suyos, también en ella compartieron cucharadas de polvo los principales exponentes de ese periodismo experto en ocultar, que tan pronto finalizó el escrutinio de los comicios corrió a comprar nueva lencería para acostarse con el peronismo, como antes lo hizo con la UCR, como lo harían con la izquierda vernácula si aquí alguna vez ganaran los hombres que prometen revolución.
Son las putas caras del poder, y si algo no se les puede negar es la total conciencia que tienen de su rol. Indefendibles cómplices del hambre, la postración y la muerte de miles de chicos, adultos y viejos. Porque de nada sirve conseguir desde un micrófono la Novalgina que necesita la madre desesperada del asentamiento, si por otra vía se es parte del plan de ocultamiento que pone detrás de las cortinas a los desnutridos, los indios, la gente hecha mierda.
El primer año de Capitanich da para la mueca. Las presiones sobre los periodistas bajaron notablemente, pero no se hizo nada por combatir la brutal precarización que les imponen sus empleadores ni tampoco se impuso un mínimo cambio en el intoxicado manejo de la información. Están los mismos de siempre, para lo mismo de siempre, cobrando casi lo mismo de siempre.
Tampoco hay señales de interés por promover y lograr la aprobación de una ley que regule la distribución de los fondos publicitarios oficiales con un criterio de pluralidad y transparencia. No sería fácil definir una ecuación para la asignación de pautas, pero cualquier cosa será mejor que mantener la total discrecionalidad vigente. También duermen en algún cajón los proyectos de libre acceso a la información pública.
Antes de terminar, algo más: la materia prima de la libertad de expresión debe ser un sector periodístico decidido a defender el derecho social a la información, más que un gobierno dispuesto a respetarlo, pero también debe serlo una sociedad más atenta a lo que sucede y le sucede, una sociedad con sentido crítico.
Porque una cosa es ser engañado, y otra cosa es comprar, todas las mañanas, los mismos buzones en las mismas esquinas.
Sergio Schneider
Comentarios
No es mi idea para todo, pero la adopto para establecer una especie de feed back con Pepe Argento.
Hace ya tiempo que elegí darle a la palabra utopía un significado mas positivo y pensarla como aquello que puede suceder, ya que en definitiva suele ser el impulsor de muchas muy buenas acciones. Se me ocurre incluso que quizá alguna vez este vínculo llamado Angaú haya sido una utopía también.
Y es así que también coincido con tu idea de pergeniar un plan. Y actuar. Y hacerlo ya, mientras caminamos, sin cansarnos. Porque la inmovilidad no sabe de utopías
otro detalle, en el mismo lugar sus periodistas y locutores cobran EN BLANCO cifras que ni siquiera respetan el minimo vital y movil que rige a nivel nacional, y la justicia laboral ya no protege a los trabajadores, o por lo menos a los de prensa, o por lo menos a los de esta emisora, AMENNNNN¡¡¡ Entonces digo, ¿ CUAL SERIA EL MAYOR INCONVENIENTE PARA ARREGLAR ESTE TEMA? ¿ACASO UNA EMPRESA CONSTRUCTORA QUE QUIERA PARTICIPAR DE ALGUNA OBRA PUBLICA NO DEBE PAGR LOS SUELDOS DE CONVENIO. Y TRIBUTAR AL FISCO COMO CORRESPONDE? SEGURO QUE ES ASI, Y PORQUE EN L CONSTRUCCION SI Y EN L PROPAGANDA OFICIAL NO? NO SERA LA PAUTA OFICIAL LA CAJA CHICA DE ALGUNO EN GOBIERNO, NO?
PERO LOS DUEÑOS DE LOS MEDIOS JAMÁS.
El poder no está solo en el Gobierno.
¿quién trabaja sobre el imaginario público?
Los medios.
Yo no olvido el tratamiento de héroes que le daban a los "camperos" cuando tiraban comida a la ruta.
El "diario de mayor circulación" es una bandera campestre.
Así que hay que cuestionar primero a los dueños
Bueno sería rever la película "El ciudadano Kane" de Orson Welles.
Los dueños de los medios son dioses: nadie los elige y pretenden decir que está bien y que está mal sin que nadie les diga ni mu.
Representan intereses corporativos, muchas veces en contra del interés mayoritario.
Y SON LOS PATRONES DE LOS MEDIOS LOS QUE EN REALIDAD AMORDAZAN A LOS PERIODISTAS.
Cuando algún sindicato de prensa se levanta contra un medio poderoso, enseguida ADEPA habla de "ataque a la libertad de prensa"
Y guay de aquel trabajador de prensa que quiera ir contra la corriente emanada desde la Gerencia de un diario, TV, etc.
Repito, a los políticos al final se los raja, hasta el mismo Bush se va derrotado, pero en cambio a los gerentes y ejecutivos del Leman Brot. nadie les mueve un pelito.
Hay una idea muy metida de que los empresarios son buenos y los políticos malos.
Falta la crítica a los patrones negreros.
Falta la crítica a los patrones que se alían con sectores explotadores que apoyaron la dictadura que mató miles de argentinos, y por supuesto, trabajadores de prensa.
Pepe.
1) Mientras camino, elaboro un plan. O sea, que el "otro" vea que sigo caminado siempre con el mismo recurrente (y en apariencia estúpido) empuje para que no crea que tramo algo.
2) Logrado el plan, me paro y actúo. Y golpeo con certeza, pero pensando que poder tocar algún día al horizonte depende únicamente de ese golpe.
O sea: hagamos un plan. Ya. Hoy. Ahora.
A la larga, caminar cansa.
Quiero que el gobierno diga públicamente cuánto paga en publicidad.
Si el gobierno necesita que desde una radio le indiquen dónde está la necesidad, es porque sus funcionarios no sirven y deben ser reemplazados, cosa que ocurrió en los doce años de historia archiconocida.
Ya nos acostó Angel Rozas con la maquinaria infernal que montaron tantos años.
Coqui..se animará? si no se anima..será más de lo mismo.
En este primer año, estoy conforme con su gestión pero NECESITO COMO EL OXIGENO PARA VIVIR, TRANSPARENCIA EN LA GESTION DE GOBIERNO, para mantener la confianza.
Mi voto y el de mi familia no es voto cautivo desde hace años.
Como sucede ahora, que hay favoritismos incomprensibles como los que citás. cómo que cuales, los que compraron lencería para seducir al poder y continúan viviendo del estado a costas de la estafa ruin de la indignidad.
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